El cuarto domingo de Pascua, es conocido popularmente como el
Domingo del Buen Pastor, porque las lecturas del Evangelio de San Juan nos
recuerdan aquel discurso donde Jesús dice de si mismo que es el Buen Pastor que
cuida, conduce y da la vida por sus ovejas. Pero también en este domingo, es muy interesante
la segunda lectura que se leyó. También del Apóstol San Juan pero de su primera
carta. Allí el apóstol nos dice:
“¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso
que nos llamáramos hijos de Dios,
y nosotros lo somos realmente.”
¡Somos
realmente hijos de Dios! Cuando estaba pensando en estas palabras me acordé de
un cuento que todos conocemos. ¿Recuerdan el cuento del Príncipe y el mendigo?
Aquel en que el Príncipe intercambia su posición con el mendigo de tal manera
que ahora el Príncipe se ha vestido de mendigo y ya nadie lo reconoce. En
cambio el mendigo se ha vestido de Príncipe y todos lo tratan como tal.
A
los cristianos muchas veces nos pasa como a aquel Príncipe. Siendo como somos
Hijos de Dios ¡hijos del Rey!, en lugar de comportarnos como Príncipes nadie nos
reconoce. No damos testimonio de vida cristiana. Nadie se percata que somos
hijos de Dios ¡nada menos! Que pena mas grande debe ser para el Señor el
habernos conseguido dejar de mendigar por causa del pecado para regalarnos gratuitamente la dignidad
de ser hijos de Dios y sin embargo, seguir siendo para los demás, unos simples
mendigos que en lugar de dar testimonio damos lástima…
Pidamos
a la Santísima Virgen que los cristianos de Argentina y el mundo vivamos como dignos hijos
de Dios. Empezando cada uno en la cotideaneidad de nuestras vidas: familia, trabajos, amistades, vecinos, ect. Que seamos para cada persona,hermanos verdaderos, pues todos somos hijos del mismo Padre Dios y por el Bautismo, nada menos que hijos de Dios.