¡Urge la reforma de la Iglesia! Martín o Francisco


El Papa Francisco lleva poco mas de un mes en la Sede de Pedro. En todo este tiempo los ensordecedores aplausos que surgieron tras la sorpresa, se van acallando. Una por el tiempo que va transcurriendo y otra porque las expectativas se van apaciguando ante sus pasos.

A los pedidos (y exigencias) de pronta reforma de la Iglesia, comienzan a aparecer las preocupaciones de los reformistas. Pensarían que un Papa argentino sería fácilmente presionable ante sus "urgentes" e "importantes" pedidos de reforma: sacerdocio femenino, comunión para todos y todas, matrimonio homosexual, revisión de la postura frente al aborto, casamiento de curas, etc.

Lo más llamativo es que todas las voces que surgen de un lado y el otro del río, todos piden reformas. Vueltas al Concilio-alejamiento del Concilio, vuelta a la Ortodoxia-alejamiento de la Ortodoxia, vuelta a la Tradición-alejamiento a la Tradición... Todos tienen algo que "marcarle" al nuevo papa. "Francisco debe hacer tal cosa". "Francisco debe decir tal cosa". "Francisco debe revisar tal cosa". Muy bien por Francisco que usa zapatos gastados. Muy bien por Francisco que sonríe a todos. Muy bien por Francisco que duerme en una cama pobre. Muy bien por Francisco que paga sus cuentas. Muy bien por Francisco que ha venido a reparar una Iglesia rota. Muy bien por endurecer la vista sobre los pedófilos. Muy bien por mantener la vista dura sobre las monjas de norteamérica. Muy bien por elegir ocho Cardenales que lo ayuden. Muy bien, muy, muy bien... Muy bien de un lado, muy bien del otro. Todos aplauden lo que el hace o no hace o deja de hacer. Y si aún no lo ha hecho se guardan el aplauso para cuando haga lo que se le exige.

Ahora bien ¿que estás dispuesto a hacer tu para "reformar" la Iglesia? Todos hablan de reformas pero nadie de santidad. No hay reforma posible sin conversión. No sirve para nada que la Curia se reforme si yo no soy santo. No sirve de nada si usa zapatos negros o rojos si sus palabras y gestos son sólo argumentos para echarle en cara a otros o demostrar su ortodoxia o su reformismo. ¿Cuando hablarán de santidad los pro-reformistas? ¿Cuando hablaremos de reformar nuestras vidas, nuestras actitudes? ¿Estoy dispuesto a no comprarme ropa de marca para vestirme? ¿Estoy dispuesto a no ir cada fin de semana al cine o al restaurante favorito? ¿Estoy dispuesto a convertirme y ser otro Cristo para mi entorno? ¿Estoy dispuesto a imitar la dulzura, la caridad y los gestos del Papa?

No seamos hipócritas. No esperemos que los diarios hablen de santidad. Ellos sólo quieren que el Papa sea noticia y haga reformas políticas para ver sobre que yugular le hincan el diente. 

Y los reformistas que se dicen católicos y esperan la "nueva primavera de Francisco" en el fondo sólo quieren que le legitimen la desobediencia en que han vivido y siguen viviendo. Pero ninguno, ninguno, ninguno está dispuesto al menos a hablar de santidad. Ni Masiá, Ni Duato, ni Forcades o sus socias las monjas desobedientes del norte, ni ningún "preocupado" habla de santidad. Sólo hablan de sus caprichos. Y cuando hablan de "volver al Evangelio" es para que vuelvan los Cardenales no ellos. Como Martín Lutero toman de nuevo un martillo para clavar sus exigencias en la puerta de la Iglesia.

¡Empecemos la reforma ya! Propongámonos ser santos. Como San Francisco de Asís, tomemos un martillo para reparar el ruinoso Templo del Espíritu Santo que es nuestra alma.

¡Ya van a ver cómo vamos a cambiar la Iglesia!



"En el gran designio de Dios, cada detalle es importante, también el pequeño y humilde testimonio tuyo y mío, también ese escondido de quien vive con sencillez su fe en lo cotidiano de las relaciones de familia, de trabajo, de amistad. Hay santos del cada día, los santos «ocultos», una especie de «clase media de la santidad», como decía un escritor francés, esa «clase media de la santidad» de la que todos podemos formar parte." (Papa Francisco. 14/4/13)