Alianza perpetua


Yo,
en pleno uso de mis facultades físicas, mentales y espirituales, ratifico contigo, mi Dios y Señor, la Alianza a la que tú mismo me llamaste a poco de nacer a este mundo.
Te consagro todo mi ser, con todas sus potencias y debilidades, con todo su pasado, presente, futuro y eternidad.
Y como todo me confío de Ti y poco y nada de mi, te entrego solemnemente en este acto la llave de mi voluntad, la llave de mi corazón, la llave de mi alma y la llave de mi eternidad.
A partir de este instante eres el dueño absoluto de todo lo que de mi dependa y de todo lo que graciosamente me has dado.
Sella Yahvé esta alianza con este tu indigno hijo. Pon tu Divino Sello de Amor sobre el lacre de mi pobre ser.
Que nada ni nadie se levante contra tu Voluntad y Soberanía absoluta sobre mí. Ni yo mismo.
Firmo esta ratificación con la sangre del último acto propio de mi voluntad.  Jamás podré volver atrás. Jamás podré arrepentirme. Jamás podré revocarla. Pues ya no seré yo, sino Tu quien viva y decida en mí.
Manifiesto esta alianza perpetua en presencia de Nuestra Madre Santísima la siempre Virgen María, de San José, de mi Ángel de la Guarda, de mi Santo Protector, de los Tres Santos Arcángeles, y de todo el coro celestial de los ángeles y Bienaventurados del Cielo.
Tuyo soy. Para vos nací. No abandones la obra de tus manos.
Mi amado es para mí y yo soy para mi amor.
Amén.